
A sus 95 años, la histórica líder sindical Dolores Huerta sigue siendo una voz incómoda y urgente en la política estadounidense.
Desde su fundación en Bakersfield, California, advierte que las políticas antiinmigrantes del presidente Donald Trump representan un peligro comparable a la Alemania previa al ascenso de Hitler.
Co-fundadora, junto a César Chávez, de la Unión de Campesinos en 1962, Huerta asegura que el país atraviesa un momento crítico: “Tenemos que ser más activos, lo que está pasando es grave”.
La activista considera que el racismo, nunca erradicado del sistema político, se ha intensificado con las deportaciones masivas y los centros de detención para inmigrantes.
“Trump está usando el miedo como herramienta de control”, señala Huerta, al recordar el caso de 252 venezolanos detenidos durante cuatro meses en El Salvador como parte de una operación de deportación.
Su mensaje es claro: hay que movilizarse de cara a las elecciones de medio término de 2026 para arrebatar el control del Congreso a los republicanos.
Critica también el rol pasivo de las congregaciones religiosas y del sector empresarial, a quienes acusa de favorecer el conservadurismo con su silencio.
Aun así, Huerta mantiene la esperanza: “Sí se puede”, repite, convencida de que sólo con organización y presión ciudadana podrá detenerse la avanzada autoritaria que representa la presidencia de Trump.