
Andrés Manuel López Beltrán, hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, ha vuelto a ser objeto de atención pública por una serie de declaraciones que más que reflejar austeridad, aumentan el discurso de que sus vacaciones en Japón fueron un lujo.
El actual secretario de Organización de Morena pasó de declarar en 2017 que él y sus hermanos no eran “juniors abusivos del poder”, a sostener en 2025 que fue espiado durante sus vacaciones en Japón, donde visitó restaurantes y tiendas de lujo.
En el pasado, López Beltrán había defendido la imagen de su familia, asegurando que el nepotismo era una “lacra del sistema” que ellos no replicarían.
No obstante, sus recientes apariciones mediáticas han provocado cuestionamientos sobre la congruencia de sus actos con la austeridad republicana que promueve la Cuarta Transformación.
Asegura que sus gastos fueron cubiertos con recursos propios y acusa a la oposición de orquestar una campaña de “linchamiento político” impregnada de clasismo.
En el pódcast “La Moreniza”, pidió no ser llamado “Andy”, pues considera que ello demerita su nombre completo y el legado de su padre.
Además, sostuvo que lo importante es mantener la humildad y vivir con principios. A pesar de sus declaraciones, el escrutinio continúa, sobre todo cuando se trata de la imagen pública de los herederos políticos del obradorismo.