
La 90.ª edición de la Vuelta a España concluyó de manera abrupta a falta de 56 kilómetros para la meta, tras las masivas protestas propalestinas que ocuparon el recorrido en Madrid.
La tensión estalló en el último kilómetro, cuando manifestantes derribaron vallas de seguridad y organizaron una marcha improvisada en pleno centro de la capital, lo que derivó en enfrentamientos con la policía.
El pelotón, incapaz de llegar a la ciudad, fue detenido en las afueras y la organización decidió cancelar no sólo la última etapa, sino la totalidad del evento.
La ceremonia de premiación, tradicionalmente celebrada en la fuente de Cibeles, también fue suspendida, al quedar tomada por los manifestantes.
El delegado del Gobierno de Madrid, Francisco Martín, cifró en 100 000 los participantes en la movilización.
Los disturbios dejaron un saldo de 22 policías heridos y dos detenidos por desórdenes públicos. Mientras tanto, los ciclistas tuvieron que ser escoltados hasta sus hoteles bajo custodia policial.
Las consignas “Esta Vuelta la gana Palestina” y “No es una guerra, es un genocidio” marcaron la protesta, que generó fuertes reacciones políticas.
El alcalde José Luis Martínez-Almeida culpó al presidente Pedro Sánchez de alentar el clima que desembocó en violencia, acusando también a líderes de la izquierda de intentar “reventar la Vuelta”.