
En la Ciudad de México, seis de cada 10 viviendas se construyen sin la supervisión de un ingeniero, un fenómeno que incrementa la vulnerabilidad ante sismos y hundimientos diferenciales.
Las alcaldías con mayor riesgo, como Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Tláhuac, concentran suelos de alta compresibilidad que amplifican los movimientos telúricos, exponiendo a los habitantes a derrumbes y daños estructurales graves.
La autoconstrucción responde a la falta de acceso a créditos y materiales certificados, y suele realizarse “al tanteo”, sin estudios de suelo ni planificación profesional.
Empresas como Materiales San Cayetano Express buscan paliar el riesgo mediante capacitación gratuita y asesoría técnica, promoviendo materiales uniformes y refuerzos estructurales.
Especialistas advierten que medidas mínimas de seguridad, cimentaciones adaptadas y control de altura podrían reducir significativamente los riesgos de colapso en una ciudad donde los sismos son inevitables.