OPINIÓN | Una jugada maestra llamada Grecia Quiroz… y las consecuencias

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Por El Tapado

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Dicen por ahí que en política nada es casualidad, pero lo que ocurrió este miércoles en el Congreso de Michoacán –el ascenso de Grecia Quiroz– es el resultado de una serie de decisiones, de una jugada maestra.

Luego del asesinato del alcalde Carlos Manzo, pronto Michoacán fue arrastrado a una vorágine, una que llevó a marchas violentas principalmente en la capital Morelia y muchas muestras de repudio en el resto del estado y del país, tanto en las calles como en las redes sociales.

El tema, incluso, llegó a la prensa internacional, que no tardó en señalar como grave la violencia en México, por lo que el tufo de llegó a la presidenta Claudia Sheinbaum, quien claramente no iba a permitir que el aroma siguiera impregnando.

El gobernador michoacano Alfredo Ramírez Bedolla tuvo que aguantar el momento. A su llegada al velorio de Manzo, el domingo, abrazó a los deudos, estuvo unos minutos y se fue. La prensa local destacó el repudio social –le gritaron “asesino” a su salida–, omitiendo que llegó a dar condolencias, pese a que se decía que entre Manzo y él tenían una mala relación.

Mientras tanto, Morena recibía los golpes virtuales de una sociedad molesta por el crimen, y los partidos de oposición aprovecharon todo para sacar raja de un alcalde que estaba por ser enterrado: una foto de Manzo con su hijo; un discurso de Manzo con música potente, ponerse un sombrero, incluso hubo despistados pidiendo intervencionismo extranjero… Para la oposición, Manzo se volvió una bandera que no estaba en sus cajones de banderas, pero al carroñero todo le sirve, aunque no fue por mucho tiempo.

La noche del lunes, vestida de negro y usando las redes sociales de su esposo, Grecia Quiroz lanzó un breve y contundente mensaje que se resume así: no a las manifestaciones violentas; hay grupos que buscan aprovecharse de la muerte de Manzo y a más tardar el miércoles habrá noticias sobre la gobernabilidad en Uruapan, añadiendo que iba a trabajar de la mano con el pueblo.

Tres mensajes que detuvo en seco a la oposición que estaba ávida de sangre, ruido y caos, porque dejaba ver que ella tomaría las riendas en Uruapan. El martes, Quiroz llegó a Palacio Nacional para reunirse con la presidenta Claudia Sheinbaum y su equipo de seguridad. Llegó fuertemente escoltada. Su semblante era duro. El objetivo era formalizar su ascenso como alcaldesa. Para esa mañana, el Congreso michoacano ya tenía escrito el documento de la sesión del miércoles. Todo estaba listo.

Y esta fue la jugada maestra: con la llegada de la viuda de Manzo a la alcaldía uruapense se ponían las cosas en favor de Sheinbaum. Primero, con Quiroz se reconocería que Manzo seguirá en Uruapan y que el movimiento del sombrero no murió; segundo, las aguas en la oposición se calmarían, ¿o qué? ¿Iban a atacar a la esposa del hombre que se volvió su ídolo? ¿La iban a acusar de someterse a Sheinbaum?; tercero, le daría a Sheinbaum control –o bueno, coordinación– sobre la situación de seguridad en Uruapan y en regiones aledañas, un momento largamente soñado por el secretario Omar García Harfuch, en relación al Plan Michoacán, un proyecto que está en proceso y del que se hizo parte a Quiroz ese mismo día.

¿Pero qué pasó este miércoles? Quiroz llegó fuertemente escoltada al recinto legislativo, y luego de varios discursos envalentonados –principalmente el del influyente diputado Carlos Tafolla–, rindió protesta con la mano derecha, mientras que con la otra sostenía un sombrero, símbolo de su esposo. Nunca se lo puso. La única persona con derecho real a usarlo, no lo hizo. Lo sostuvo todo el tiempo bajo esa mirada firme y dura. Atrás, la gente que la acompañó, lo tenía puesto.

Pero en su discurso, Quiroz ya no parecía la misma que habló el lunes por la noche: culpó, señaló y levantó la cara a punto del llanto. Ya como alcaldesa sustituta, su voz sonó enojada, impotente y combativa, tal como el de los legisladores que hablaron antes que ella; incluso fue interrumpida un par de veces por gente que se puso a un costado, al mismo nivel, haciéndole ver que no está sola y que posiblemente está mal acompañada.

En cinco días se parchó el problema, y ahora Grecia Quiroz no es más la esposa de Carlos Manzo, sino la alcaldesa de Uruapan, pero más importante: es una mujer que sigue de luto. Tiene a la presidenta de su lado y al gobernador también. Todo el aparato del Estado a su favor.

Su discurso de esta tarde dejó preguntas… El enojo sirve para motivar acciones, pero no debe ser usado para llevarlas a cabo. Si su gobierno lo va a empezar con el hígado, recuperar la gobernabilidad en el municipio podría ser una tarea que lleve más tiempo de lo pensado. Hoy tiene poder en sus manos… y un sombrero también.

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