
Los recientes operativos en Zitácuaro y Paracho no solo dejaron decomisos importantes y células criminales desmanteladas, también enviaron un mensaje claro: en Michoacán, la violencia no se tolera ni se normaliza, mencionó el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla.
El caso de Zitácuaro, donde civiles fueron atacados brutalmente por un grupo armado, provocó una respuesta inmediata. La célula responsable ya está identificada y las investigaciones federales avanzan con firmeza.
Durante un cateo, se aseguraron más de diez vehículos y un arsenal que evidenciaba la capacidad de fuego de este grupo. La acción fue rápida y contundente.
En paralelo, un operativo en la zona de Paracho logró desarticular a una célula que operaba con impunidad en varios municipios.
La coordinación entre la Guardia Civil del estado y la Secretaría de la Defensa Nacional fue clave para capturar a integrantes con órdenes de aprehensión, y liberar a comunidades que vivían bajo amenaza.
Para Bedolla, estos avances no son casualidad. Reitera que la seguridad es un trabajo de todos los días, sostenido en mesas de trabajo permanentes con las fiscalías y fuerzas federales.
Y aunque los retos persisten, los datos muestran una baja en la incidencia delictiva en regiones antes golpeadas por la violencia, como Uruapan y Zamora. La estrategia es clara: seguir desmantelando estructuras criminales, una a una.