

La designación de Xóchitl Ruíz González como diputada local por la vía plurinominal en un escaño reservado para la comunidad LGBTQI+ ha detonado un fuerte reclamo por parte de colectivos de diversidad sexual, que acusan una simulación deliberada y oportunismo político sin precedente.
Su llegada al Congreso de Michoacán, según denuncian activistas, representa una violación al espíritu de las acciones afirmativas, diseñadas para reparar años de exclusión sistemática.
Ruíz, quien transitó del PRI al Partido Verde Ecologista de México, no cuenta con historial alguno en la defensa de los derechos LGBTQI+, ni ha participado activamente en sus luchas, movilizaciones o agendas.
Diversos colectivos, entre ellos Michoacán es Diversidad y Unidos por la Diversidad, han calificado su curul como una “usurpación”, asegurando que su autoadscripción como parte de la comunidad fue una estrategia política sin sustento en identidad, militancia ni convicción.
El caso ha sido comparado con el del exdiputado Fidel Calderón Torreblanca, quien también fue señalado por utilizar la bandera de la diversidad sexual para beneficiarse de las cuotas sin representar genuinamente al sector.

“Xóchitl no representa, usurpa”, sentencian activistas que denuncian la sistemática colonización de espacios de representación por figuras que, lejos de contribuir, perpetúan el vacío institucional en torno a la agenda LGBTQI+.
Ante las críticas, Ruíz González ha argumentado que su candidatura se ajustó a la legalidad y que su identidad pertenece al ámbito privado.
Sin embargo, su desempeño en el Congreso ha estado marcado por la omisión: no ha promovido ninguna iniciativa legislativa en favor de la diversidad sexual, ni durante su etapa en el PRI ni ahora bajo las siglas del Verde.
Para los colectivos, el mensaje es claro: los escaños de representación no pueden ser botines de ambición personal, sino espacios ganados con compromiso y causa.