
El canciller alemán Friedrich Merz anunció la suspensión indefinida de exportaciones de armamento a Israel que pueda utilizarse en la Franja de Gaza, tras la aprobación de un plan israelí para ocupar Ciudad de Gaza. La medida marca un giro histórico en la política exterior alemana.
Aunque Merz reiteró que Israel tiene derecho a defenderse del terrorismo de Hamás, expresó una “profunda preocupación” por el creciente sufrimiento civil en Gaza. El gobierno alemán exigió a Israel acceso pleno para la ayuda humanitaria y evitar nuevos pasos hacia una anexión en Cisjordania.
Países Bajos también tomó acciones: revocó tres licencias de exportación de piezas navales y puso en duda el control israelí sobre el uso de armas importadas. Además, se mantiene la prohibición judicial sobre el envío de componentes del F-35.
En paralelo, Noruega anunció una revisión urgente de sus inversiones en empresas israelíes a través de su fondo soberano, citando “preocupaciones éticas”. El gobierno noruego aseguró que no prevé una desinversión total, pero sí ajustes relevantes.
Este creciente distanciamiento europeo refleja una presión política que se intensifica, tanto a nivel interno como en foros internacionales, mientras Gaza se convierte en un punto crítico para las relaciones entre Occidente e Israel.