
La participación femenina en las estructuras del narcotráfico mexicano vive un salto sin precedentes.
Entre 2012 y 2024, las detenciones de mujeres por delitos relacionados con el crimen organizado aumentaron 124 %, según datos oficiales de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Expertos como el consultor en seguridad David Saucedo señalan que el repunte se vincula a tres factores: primero, la guerra entre cárteles ha generado una vacancia masculina que debe cubrirse; segundo, las mujeres han asumido cargos de coordinación, logística y distribución, y tercero, muchas enfrentan contextos de vulnerabilidad socioeconómica que las empujan al crimen.
Se destaca que, más allá de la mano de obra, las mujeres también comenzaron a ocupar puestos de mando, lo cual facilita el reclutamiento de otras féminas. El crimen organizado se vuelve cada vez más paritario en sus filas.
Este giro revela que la violencia y la ilegalidad ya no son exclusivamente territorio masculino: el narcotráfico está adaptando su estructura y estrategias para incorporar mujeres no únicamente como operadoras, sino como piezas clave en su engranaje.
Las autoridades advierten que ello exige repensar las políticas de prevención, inteligencia y atención de género en seguridad pública.
