
Al menos 36 personas, entre ellas 18 niños, murieron este lunes tras un bombardeo israelí sobre una escuela en la ciudad de Gaza.
Las autoridades israelíes justificaron el ataque señalando que en el inmueble se ocultaban supuestos miembros del grupo Hamás.
La operación forma parte de una ofensiva intensificada en la Franja, donde en apenas 48 horas se han atacado más de 200 objetivos considerados “terroristas” por el gobierno de Israel.
El conflicto ha escalado en medio de una nueva orden de evacuación masiva emitida por el ejército israelí en el sur de Gaza.
Analistas coinciden en que el objetivo de Tel Aviv es consolidar el control territorial sobre la Franja, lo que ha generado nuevas olas de desplazamiento y ha exacerbado la situación humanitaria ya crítica que enfrentan los civiles palestinos.
A pesar de que Israel anunció recientemente un levantamiento parcial del bloqueo para permitir el ingreso de ayuda humanitaria, la realidad en Gaza es otra.
La asistencia que logra ingresar sigue siendo mínima, y no alcanza a cubrir las necesidades básicas de una población exhausta, que vive en condiciones extremas de inseguridad, hambre y desplazamiento.
Organismos internacionales han advertido que Gaza está al borde del colapso total. La vida en la Franja se resume en la incertidumbre: la espera de un bombardeo, de un convoy con alimentos o de una tregua que no llega.
La comunidad internacional, por ahora, permanece paralizada ante una tragedia que crece día a día.