
En diversas ciudades, las cafeterías que alguna vez acogieron a trabajadores remotos y estudiantes con sus portátiles han comenzado a restringir su uso.
Lo que antes era visto como un ambiente propicio para la productividad y la creatividad, ahora es percibido por algunos dueños de cafés como una práctica que afecta la rotación de mesas y el ambiente social de sus establecimientos.
Un ejemplo claro es el de Pophams Bakery en Londres, donde su copropietario, Ollie Gold, decidió implementar restricciones al uso de laptops.
“La idea era crear un espacio de comunidad, no un coworking gratuito”, explicó. Inicialmente, la limitación aplicaba solo los fines de semana, pero con el tiempo se extendió a ciertos horarios entre semana.
Algo similar ocurrió en Milk and Bean, en Newbury, donde se estableció una política que permite el uso de portátiles por solo una hora y prohíbe su uso los fines de semana.
“Preferimos que las mesas se reserven para la risa, el coqueteo y la conversación”, señala un cartel en el local.
A pesar de estas medidas, algunas cadenas como Starbucks y Caffè Nero siguen permitiendo el uso prolongado de laptops, mientras que otros cafés independientes buscan equilibrar la comodidad de los trabajadores remotos con la necesidad de mantener un ambiente social en sus establecimientos.