
Carlos Manzo no hablaba al vacío. Un año antes de ser asesinado, el alcalde de Uruapan advirtió públicamente que temía por su vida y señaló directamente al exalcalde Ignacio Campos, a su cuñado Jorge Tomás Ramírez Mora —“El Cholo” o “El Vitaminas”—, presunto líder criminal, y al senador Raúl Morón.
“Si algo me llega a pasar o atentan contra mi familia, hago responsables al expresidente municipal Ignacio Campos y también a su cuñado”, dijo el 2 de noviembre de 2024.
El 1 de noviembre de 2025, Manzo fue atacado a tiros frente a su familia. Durante meses denunció amenazas, campañas de desinformación y presiones políticas.
Afirmaba que “El Cholo”, originario de Apatzingán, era responsable de gran parte de la violencia en Uruapan y que actuaba con protección desde las estructuras del poder local.
También había acusado a Morón y al exgobernador Leonel Godoy de orquestar un plan para desestabilizar su gobierno y recuperar influencia en Michoacán.
En declaraciones recientes, Manzo sostuvo que el “moronismo” pretendía reinstalar viejas redes de corrupción y vínculos con el crimen organizado.
“La elección de 2027 no es contra Morón, sino contra Godoy, el padrino político de esta mafia”, declaró apenas en octubre.

Crítico constante del grupo moronista, Manzo advertía que una eventual candidatura de Raúl Morón sería “la peor derrota” para Morena, al considerar que su corriente política simbolizaba la decadencia del proyecto que decía defender.
Su asesinato, ocurrido justo un año después de aquellas advertencias, parece sellar el destino de un político que, desde hace tiempo, había identificado a sus enemigos.




