
En Haití, cientos de desplazados internos emprendieron el regreso a sus hogares luego de que el pandillero Jimmy Cherisier, alias “Barbecue”, ordenara a sus hombres retirarse de algunas zonas de Puerto Príncipe.
Sin embargo, muchos encontraron viviendas incendiadas, saqueadas o en ruinas, sin condiciones mínimas de habitabilidad.
La crisis humanitaria es alarmante: más de un millón de haitianos, uno de cada tres en la capital, ha sido obligado a abandonar sus hogares, mientras la violencia de las bandas continúa cobrando vidas.
Solo entre abril y junio murieron más de mil 500 personas. Aunque la Policía Nacional de Haití, apoyada por una misión internacional liderada por Kenia, intenta recuperar el control, los desplazados denuncian que el Estado no les ofrece alternativas dignas y temen ser usados como escudos humanos.