
Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, enfrenta un severo deterioro psicológico apenas cinco años después de comenzar a purgar su condena de por vida en la prisión ADMAX de Florence, Colorado, considerada la más estricta de Estados Unidos.
Una serie de cartas inéditas, obtenidas por Milenio, revelan que el capo se encuentra al borde de la locura bajo las Medidas Administrativas Especiales que le impuso el Departamento de Justicia.
En sus escritos, el exlíder del Cártel de Sinaloa pide poder escuchar con frecuencia la voz de sus hijas gemelas o la de su hermana, lo que refleja la crudeza de su aislamiento.
Guzmán, alguna vez el criminal más buscado del mundo, sobrevive a través de estas peticiones, aferrado a un mínimo contacto humano como única esperanza de preservar la cordura en un entorno diseñado para la desolación.
