
La última sesión de Gerardo Fernández Noroña como presidente de la Mesa Directiva del Senado se presentó como decisiva, pero terminó en un debate sin consecuencias.
El tema central era el posible desafuero de Alejandro Moreno, dirigente del PRI, por las agresiones ocurridas en la Comisión Permanente.
El intercambio de acusaciones ocupó más de dos horas. Moreno, sin pertenecer a la Comisión, tomó la palabra y acusó a Noroña de dañar la conducción legislativa y ser un lastre para la presidenta Claudia Sheinbaum. Noroña, por su parte, lo señaló de traidor y responsable de ataques coordinados.
Analistas advirtieron que el episodio exhibió la degradación del Congreso, que ha perdido su carácter de contrapeso y se limita a validar sin cambios las iniciativas del Ejecutivo.
La sesión, cargada de insultos, confirmó que el proceso de desafuero no avanzará y que el Legislativo vive atrapado en la confrontación política.
