
Mientras los enfrentamientos entre Israel e Irán dominaban la atención global, la Franja de Gaza seguía sumida en una crisis humanitaria devastadora.
La ofensiva israelí no se ha detenido, con ataques dirigidos incluso a zonas civiles y puntos de distribución de ayuda, donde entre el 27 y 28 de mayo murieron más de 400 personas que buscaban alimentos.
A pesar de recientes acuerdos diplomáticos entre Netanyahu e Irán, los bombardeos y el bloqueo sobre Gaza persisten.
Desde hace más de cuatro meses, Israel mantiene cerradas las rutas de suministro de combustible, lo que ha paralizado plantas de desalinización y ha colapsado servicios médicos y de saneamiento.
La ONU advierte sobre el aumento alarmante de la desnutrición infantil: solo en mayo, más de 5 mil 100 menores fueron hospitalizados por desnutrición aguda; un 50 % más que el mes anterior. La falta de agua potable y medicamentos agrava la situación.
Actualmente, solo el 18 % del territorio de Gaza permanece fuera de zonas militarizadas, lo que ha provocado el desplazamiento de más de 680 mil personas desde marzo.
La presión sobre espacios seguros y la escasez de recursos han convertido la supervivencia cotidiana en una lucha constante.
Mientras los focos internacionales se desviaron hacia la tensión entre Israel e Irán, Gaza fue relegada al margen de la agenda diplomática. Sin embargo, las denuncias de crímenes de guerra, los ataques contra civiles y el colapso humanitario exigen atención inmediata.
La apertura de un corredor humanitario y el establecimiento de un alto al fuego no pueden esperar más. Gaza sigue bajo fuego, y su población atrapada entre la guerra y el silencio.