
El Movimiento del Sombrero atraviesa una grieta que ya nadie puede ocultar. Todo comenzó cuando la página oficial de Carlos Manzo, administrada por la alcaldesa Grecia Quiroz, “desmintió” un flyer de donativos… pero lo hizo publicándolo otra vez, sólo que con los datos bancarios censurados.
Una maniobra que, lejos de aclarar, confirmó la existencia del documento original: un mensaje que circuló en chats internos con la CLABE de una cuenta en Afirme a nombre del diputado Carlos Bautista Tafolla, verificada incluso con un depósito mínimo.

La respuesta oficial fue un deslinde genérico: todo era “fraude”. No hubo explicaciones, no hubo nombres, sólo un silencio calculado que dejó expuesto a Tafolla y alimentó sospechas de un conflicto interno que ya ardía desde noviembre.
Quiroz se había deslindado de la marcha del 15, mientras Tafolla viajó a la Ciudad de México, acompañó a la familia de Manzo y portó la simbología del movimiento.
El quiebre se profundizó cuando la alcaldesa registró ante el IMPI el nombre y el logo del proyecto. Y aquella frase que lanzó semanas atrás —“yo sólo confío en mi familia”— resuena hoy como una confesión política que marca el rumbo incierto del movimiento.
