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El presidente de Irán, Masud Pezeshkian, anunció este martes el fin de lo que describió como una “guerra impuesta” por Israel, tras doce días de hostilidades.
En un mensaje a la nación transmitido por la agencia oficial IRNA, el mandatario afirmó que la confrontación llegó a su fin gracias a la “heroica resistencia del pueblo iraní” y al establecimiento de una tregua que, de momento, se mantiene en pie.
La declaración representa el cierre de una escalada bélica que mantuvo al Golfo Pérsico y a la comunidad internacional en máxima tensión desde su estallido.
El conflicto, que comenzó tras los bombardeos de Israel a Irán hace casi dos semanas y que se avivó con ataques estadounidenses a instalaciones nucleares en territorio iraní y una posterior oleada de ataques cruzados entre Israel e Irán, dejó cientos de muertos y una cadena de represalias militares.
Aunque los detalles del acuerdo de cese al fuego aún no han sido divulgados, fuentes cercanas a las negociaciones indican que fue mediado por actores regionales como Catar y Omán, y con presión indirecta de Estados Unidos, que desde el inicio del conflicto ha tratado de contener su propagación en un momento de creciente fragilidad en el tablero geopolítico global.
La administración de Pezeshkian, que asumió el poder tras la muerte del presidente Ebrahim Raisi en un accidente aéreo en mayo, enfrentó su primera gran crisis internacional apenas semanas después de llegar al cargo.
Su discurso ha buscado equilibrar la firmeza ideológica del régimen con una voluntad de apertura diplomática, lo que ha generado expectativas sobre un posible giro en la política exterior iraní.
No obstante, el presidente subrayó en su mensaje que la tregua no representa una claudicación, sino “una victoria para la nación iraní frente a la agresión sionista”.
Este anuncio se produce en un contexto regional marcado por múltiples frentes abiertos: la persistente guerra en Gaza, las amenazas latentes en el estrecho de Ormuz, y la volatilidad económica derivada de los precios del petróleo.
El cese al fuego ofrece un respiro momentáneo, pero la desconfianza mutua y la falta de mecanismos multilaterales eficaces para resolver disputas en la región hacen prever que esta no será la última vez que Irán e Israel crucen fuego en una guerra sin declarar, donde la diplomacia sigue operando en los márgenes del silencio.
