
En medio de las investigaciones y órdenes de aprehensión contra exfuncionarios de la administración de Silvano Aureoles, el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, defendió su relación de amistad con el exgobernador y negó cualquier implicación en los señalamientos en su contra.
Afirmó que su vínculo con Aureoles data de antes de que este asumiera la gubernatura de Michoacán y negó haber participado en actos irregulares.
El líder religioso enfatizó que las acusaciones deben estar respaldadas por pruebas y no basarse en especulaciones.
“Si a mí me quieren involucrar, que me lo demuestren. No tengo nada que ocultar”, declaró.
También desmintió la presunta entrega de 30 camionetas a la Iglesia por parte del gobierno de Aureoles, señalando que cualquier apoyo recibido provino de benefactores y no directamente del erario público.
“Son temas inventados y mentirosos”, aseguró.
Un desayuno interrumpido y señalamientos sobre recursos estatales
No obstante, la relación entre Garfias Merlos y el exgobernador sigue generando controversia.
Según una reciente publicación del periodista Claudio Ochoa Huerta en el diario El Universal, el arzobispo protagonizó un episodio que ha avivado las dudas sobre su cercanía con Aureoles.
En un evento en Erongarícuaro, donde más de 100 sacerdotes lo esperaban para un desayuno, el líder religioso llegó con tres horas de retraso a bordo de un helicóptero del gobierno estatal.
Tras una breve estancia, se disculpó y partió nuevamente en la aeronave oficial, argumentando que debía regresar con el entonces gobernador.
A esto se suman otras acusaciones sobre la presunta entrega de 30 camionetas de doble cabina, idénticas a las de la policía estatal, a la arquidiócesis, así como la supuesta remodelación de la casa arzobispal con recursos gestionados por Juan Bernardo Corona, exsecretario de Seguridad y cercano colaborador de Aureoles.
Estas situaciones han despertado inquietud en la jerarquía eclesiástica, al punto de que el nuncio apostólico en México, Joseph Spiteri, habría presentado un informe al Vaticano.
En respuesta, la Santa Sede ha designado un arzobispo coadjutor que asumirá funciones en Morelia en los próximos días para revisar la administración financiera de la arquidiócesis.
“Con la reciente orden de aprehensión en contra del exgobernador perredista de Michoacán, la preocupación estalló en la iglesia católica del estado porque Garfias y Aureoles no solo entablaron una profunda amistad de largas tardes y noches de mezcal y whisky, respectivamente, sino que el laico le entregó al religioso recursos estatales, más allá del taxi aéreo”, explica el columnista.
Al final, añade: “Con Silvano, [Garfias] nunca cuestionó el narcoestado que era Michoacán. Tan pronto entró Ramírez Bedolla, comenzó a lanzar acusaciones y aunque traen fundamento, hasta en eso se nota”.