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El aseguramiento de aproximadamente 800 kilogramos de metanfetamina en Morelia expuso, otra vez, la profundidad con que los laboratorios clandestinos se incrustan en Michoacán.
El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, informó que el hallazgo ocurrió tras una agresión armada contra fuerzas federales y estatales que patrullaban la capital.
Durante el enfrentamiento, uno de los presuntos tiradores buscó ocultarse en un domicilio; la persecución abrió la puerta al descubrimiento: precursores químicos, reactores improvisados y contenedores con droga en proceso.
Allí se consolidó el decomiso y la detención de dos supuestos integrantes de una célula delictiva ligada al trasiego de sintéticos.
La magnitud del cargamento confirma la transición del narcotráfico hacia laboratorios móviles y enclaves urbanos donde la materia prima se esconde entre viviendas comunes.
Para Michoacán, corredor estratégico entre el Pacífico y el altiplano, cada instalación detectada revela cadenas logísticas más amplias que rebasan los límites municipales.
Las autoridades federales, la Secretaría de Seguridad Pública estatal y la Fiscalía de Michoacán integran ahora la carpeta de investigación.
Falta seguir la pista financiera, identificar proveedores de precursores y, sobre todo, cerrar los huecos que permiten que una cocina industrial de metanfetamina opere a metros de la vida cotidiana en Morelia.
