
El presidente Gustavo Petro elevó el tono contra las disidencias de las FARC, acusándolas de actuar como un “ejército privado de los cárteles mexicanos” del narcotráfico.
La declaración fue la respuesta a un ataque sucedido el martes 11 de marzo en el Cañón del Micay, un enclave de producción de cocaína, donde cinco soldados colombianos perdieron la vida.
En un mensaje en la red social X, Petro aseveró que los responsables del ataque, pertenecientes a la columna disidente Carlos Patiño, están al servicio de la mafia mexicana.
“La destrucción de la columna narcotraficante Carlos Patiño… es hoy una orden en pos de la soberanía de Colombia”, afirmó el mandatario.
La emboscada ocurrió cuando los militares se dirigían a reconstruir un puente destruido por los disidentes.
La semana pasada, en la misma zona, campesinos cocaleros presuntamente “instrumentalizados” por la guerrilla retuvieron a 29 soldados y policías durante varios días.
El gobierno colombiano se ha propuesto “tomar la parte media y baja del cañón” y ha llamado a los campesinos a dejar de apoyar a “fuerzas extranjeras” que, según Petro, buscan “la destrucción de la patria colombiana”.
La presencia de elementos relacionados con la cultura narco mexicana, como nombres de establecimientos (“Sinaloa”) y la popularidad de narcocorridos, ha sido reportada en la zona.
El presidente ya había acusado al Ejército de Liberación Nacional (ELN) de trabajar para el Cartel de Sinaloa.
Según el gobierno colombiano, emisarios de organizaciones extranjeras compran la hoja de coca a los campesinos para producir cocaína y exportarla con la ayuda de grupos locales.