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La empresa automotriz Stellantis, propietario de marcas como Chrysler, Jeep y Dodge, anunció la suspensión de la producción en algunas de sus plantas en México y Canadá tras la entrada en vigor de los aranceles del 25 % a la importación de vehículos no fabricados en Estados Unidos, impuestos por la administración Trump.
La medida, que entró en vigor el 3 de abril para los vehículos y que se extenderá a las autopartes el 3 de mayo, ha obligado a Stellantis a tomar acciones drásticas.
La planta canadiense de Windsor, que emplea a unos cuatro mil trabajadores, suspenderá su producción durante dos semanas a partir del lunes, según confirmó un portavoz del grupo.
La decisión ha generado preocupación en Windsor, ciudad fronteriza con Estados Unidos donde la industria automotriz es el pilar de la economía.
El temor a nuevos cierres y quiebras de subcontratistas se ha apoderado de la comunidad, que depende en gran medida de la fábrica de Chrysler, productora de los Chrysler Pacifica y los Dodge Charger eléctricos.
Stellantis está evaluando el impacto de los aranceles y negociando con la administración Trump.
Sin embargo, advirtió que las medidas inmediatas incluyen la detención temporal de la producción en plantas de Canadá y México, lo que también afectará a instalaciones de producción y estampado de motores en Estados Unidos que dependen de dichas operaciones.
Al igual que Ford y General Motors, Stellantis reclama una reducción de los aranceles para evitar un aumento drástico en los precios de los vehículos, lo que podría afectar las ventas y la competitividad de la empresa.
El sector automotriz teme que la medida, en lugar de impulsar la producción en Estados Unidos, termine perjudicando a la industria y a los consumidores.
