
La muerte de Ozzy Osbourne continúa generando ecos más allá de los homenajes.
Roger Waters, exintegrante de Pink Floyd, provocó una polémica al desdeñar la música de Black Sabbath y al propio Ozzy, a quien calificó como un personaje mediático irrelevante.
Waters sostuvo que nunca le importó la obra del “Príncipe de las Tinieblas” y que no tenía interés alguno en “morder cabezas de gallinas”, ironizando sobre las excentricidades del cantante.
Las declaraciones encendieron la molestia de fanáticos y, en particular, la de Jack Osbourne, hijo del fallecido músico, quien respondió con insultos a través de redes sociales.
En su mensaje, lo llamó “idiota” y sostuvo que su padre siempre tuvo esa misma opinión sobre Waters.
La confrontación evidencia cómo las viejas rivalidades y las posturas irreverentes aún tienen eco en una industria musical marcada por egos, disputas y memorias contrapuestas.