
El devastador terremoto que sacudió Afganistán alcanzó una cifra de al menos mil 411 muertos y más de 3 mil heridos, con 5 mil 400 viviendas destruidas.
El sismo, de magnitud 6, arrasó aldeas en Kunar y Nangarhar, donde los equipos de rescate enfrentan carreteras bloqueadas, réplicas constantes y severas limitaciones logísticas.
Naciones Unidas advirtió que la fragilidad del sistema sanitario agrava la emergencia, mientras Unicef alertó sobre miles de niños en riesgo.
Helicópteros y ambulancias trasladan heridos hacia Kabul, aunque la falta de recursos ralentiza la asistencia. La Media Luna Roja teme que más personas permanezcan bajo los escombros.
El gobierno talibán desplegó soldados, pero la ayuda internacional resulta crucial. En una nación marcada por la guerra y el abandono, la tragedia revive la vulnerabilidad de la población ante desastres naturales recurrentes.