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Pese al reciente acuerdo de distensión entre Israel e Irán, la ofensiva israelí contra la Franja de Gaza no solo persiste, sino que se ha intensificado con niveles alarmantes de letalidad principalmente sobre la población civil.
Entre el 23 y el 25 de junio, más de 90 palestinos han sido asesinados en distintos puntos del territorio según datos del Ministerio de Salud de Gaza y reportes de agencias como Reuters y AP.
El 23 de junio, un bombardeo israelí alcanzó el hospital Al-Awda al norte de Gaza, provocando la muerte de 29 personas, incluidos pacientes y personal médico.
Apenas dos días después, otro ataque aéreo impactó el campamento de refugiados de Shuja’iyya y áreas cercanas en Deir al-Balah, dejando al menos 30 víctimas fatales, entre ellas varios menores de edad.
Durante ese mismo periodo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) denunció que desde octubre de 2023 se han registrado más de 600 ataques contra instalaciones sanitarias, con un saldo de al menos mil 150 trabajadores de salud asesinados. Estos ataques reiterados y sistemáticos, configuran una destrucción masiva de la infraestructura médica de la región.
Tan solo en las últimas dos semanas de junio, los bombardeos israelíes han causado al menos 944 muertes adicionales en Gaza, de acuerdo con informes del gobierno local.
En paralelo, el 24 de junio, un atentado con explosivos en Khan Younis, atribuido a milicias palestinas, provocó la muerte de siete soldados israelíes.
La respuesta israelí fue inmediata y desproporcionada, con una intensificación de los ataques aéreos sobre zonas densamente pobladas ya devastadas.
Aunque el gobierno israelí sostiene que su ofensiva busca neutralizar a Hamas, organizaciones internacionales y expertos en derecho humanitario han advertido sobre la posible comisión de crímenes de guerra, debido a la sistemática falta de distinción entre objetivos militares y civiles.
Mientras tanto, la comunidad internacional permanece en gran medida pasiva sin ejercer presión efectiva para detener la escalada.
En el terreno, la población gazatí enfrenta una catástrofe humanitaria sin precedentes, atrapada bajo los escombros y sin acceso a agua potable, alimentos, electricidad ni atención médica.
La urgencia de un alto al fuego real, inmediato y supervisado, así como de un corredor humanitario eficaz, es hoy más apremiante que nunca.
